domingo, 3 de febrero de 2019

RESEÑA EN TODO LITERATURA




Aquí tenéis el enlace donde podéis leer la reseña que, de A mano alzada, han hecho en Todo Literatura: https://www.todoliteratura.es/articulo/poesia/nuevos-poemas-esther-garboni-gozo-escribir-vida/20180803080109048591.html



Esther Garboni reúne sus nuevos poemas en un libro de mundo amplio, de ánimo aullante, de voluntad indomable, de intimidad dañada: \"A mano alzada\", que acaba de publicar Libros de la Herida en su colección ‘Poesía en resistencia’. Tienen estos versos de la autora sevillana mucho de meditación y de hallazgo, de vida en crudo, porque la poesía también es eso: no aceptar lo irremediable, buscar sin equilibrio.
Así lo confiesa Garboni en el poema que da título al libro, situado como puerta de entrada a lo que viene después, un recorrido entre el sentir y el pensar: “Nunca fue recta mi línea, ni firme el pulso, / pero mi palabra es un lápiz afilado / con el que dibujo siempre, / indómitamente, / a mano alzada”. A partir de aquí, una voluntad de ordenar y desordenar la vida a cada verso, con algo de enigma y de estremecimiento.
Como indica su título, A mano alzada se sirve de las artes plásticas, si bien aquí la palabra es la única herramienta a mano de la autora para su aventura. “Solo tengo un idioma heredado y vivo, a veces enemigo, a veces cómplice. / Solo tengo mi voz”, confiesa. Luego, a través de tres técnicas artísticas, ‘Aguafuerte’, ‘Pincel seco’ e ‘Invinación’, Garboni da estructura al libro, donde lo celebratorio y lo trágico coinciden en una misma voz.

En la primera parte, ‘Aguafuerte’, hay poemas de dolor y rabia. También es el espacio de las injusticias sociales, de los repliegues por ser mujer, del impulso por comprender el mundo. Como en la técnica del grabado, que araña la plancha y se sirve del ácido para sacar la imagen, los versos son descarnados, precisos, hirientes: “No queda lo que fui. / Queda la jaula”, dice uno de ellos.
‘Pincel seco’, título de la segunda parte, da a paso a poemas cargados de una rara nostalgia, de origen y de gratitud. A veces sobrevuela algún episodio literario, como el regreso de Lorca desde EE.UU. en el verano de 1930. Otras veces, indaga en el oficio de poeta: “Y, a cambio, poeta, se te dio el dolor, / el desgarro infinito, inconsolable, impúdico, / de contemplar / cómo lo bello se hace mentira /a poco que alguien se recree en su goce”.
Ya en la tercera sección de A mano alzada, ‘Invinación’, aparece en los siete poemas que lo componen un tono de celebración, que conduce de la pasión urgente a las huellas terrestres. El libro se cierra con ‘Epílogo y testamento’, donde los versos estiran la voluntad de la autora, llamada a la poesía como una vocación, como un ejercicio de vivirse más por dentro: “Es la poesía, y no tú, poeta, / la que resiste al tiempo”.

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