Dos maletas vacías. Pasajeros.
Sin estrenar una sonrisa y sola,
viajaba sin visado.
¿Tú también viajas solo?
No llevas prisa,
ni traes maletas,
y en tu mirada
se escriben mil designios,
alma desnuda de errado vagar.
En la estación hoy nadie nos despide,
ya nadie nos espera.
Tampoco nadie
selló en nuestros billetes
la fecha de regreso.
Postales sin destino y sin remite
que alguien para siempre ha olvidado.
© Esther Garboni, "Las estaciones perdidas", 2005.
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