SALA DE ESPERA
Mientras sentada
aguardo tu venida,
mi alma, siempre
en pie, sigue adelante,
varada y sin dejar
pasar la vida;
varada, muda,
sorda y anhelante.
Y en la sala de
espera, detenida,
como el agua
sedienta, rebosante
de dudas y
promesas, desabrida...
la tarde merodea
en su constante.
Ya no sangro
metáforas, no invento,
no finjo ser
domingo soleado,
ni anticipo tu
nombre en la mañana.
Ahora escribo
desnuda, no te miento,
desnudo va el soneto
consternado,
que quiere ser
epílogo y tisana.
©Esther Garboni, en Sala de espera, Ediciones En Huida,
Sevilla, 2014.
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