Es noche de taberna.
Acaba 1889.
Ella, tan bella como coja,
tiene un hambre de años.
Él pinta su etílico desnudo.
Crujen sueños de madera,
la lana del colchón guarda pulgas ancianas
y tose la desgana y tose
la belleza, sangre sobre blanca piel,
óleo rojo sobre lienzo moribundo.
Un cuervo grazna.
Tan lejos de casa...
Tan lejos queda lo que imaginó
al hacer la maleta.
Tose la pena y tose
la vida
viendo acabar el año
esta noche de taberna.
Y aunque dejó ya de llorar,
no puede ver París
tras la ventana.
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