miércoles, 11 de febrero de 2009

VICENTA LORCA ROMERO


VERANO DE 1930, VUELTA A CASA

(Homenaje a Vicenta Lorca Romero)


Y se comió con piel la Gran Manzana,
a grandes lametazos, viendo, triste,
el flujo de la sangre en las aceras,
dolorosas sin luto y sin un nombre,
mercantiles, impúdicas, borrachas…

Compró una aurora rota en Wall Street,
oyó a la tierra fermentar de asco,
tomó fotografías de los ecos
que el ruido crucifica en las vidrieras
y calculó desproporciones áureas
en las formas que toma la obsesión
por lo excesivo. No quería un mundo
tan grande, ni tan hondo un mar. Cedió
a tanta desmesura. Tomó un taxi.

Y ha vuelto, sin maletas, a la vega,
al tiesto de arrayán, al pozo sabio.
Desgranando certezas, a la sombra
de un patio de geranios, me ha pedido
un vaso de agua fresca para el alma
y en su silla de anea y de paciencia
me ha dejado el relato de su andar.

Vendrá un definitivo y negro agosto
quebrando juncos, de dolor tiñendo
los campos bajo un sol apocalíptico,
pero ahora… Silencio, no despierten,
con su curiosidad y sed de lunas,
no al hombre, sino al niño que dormita
soñando, al aire libre, con jazmines.





En Homenaje a la Generación del 27, Ateneo de Sevilla, 2009.


© Esther Garboni, 2008.

3 comentarios:

Arturo dijo...

CANCIÓN DE INVIERNO

Cantan. Cantan.
¿Dónde cantan los pájaros que cantan?

Ha llovido. Aún las ramas
están sin hojas nuevas. Cantan. Cantan
los pájaros. ¿En dónde cantan
los pájaros que cantan?

No tengo pájaros en jaulas.
No hay niños que los vendan. Cantan.
El valle está muy lejos. Nada...

Yo no sé dónde cantan
los pájaros -cantan, cantan-
los pájaros que cantan.

Juan Ramón Jiménez.

Arturo dijo...

¿Qué tal?

Anónimo dijo...

Genial!