No son versos de amor, ni de agonía.
No me lleva, esta vez, la incertidumbre
a escribir, de unos ojos a la lumbre,
rimas que no han de ver la luz del día.
Serena esta mi voz, sin la sombría
duda que se aferraba como herrumbre
al postigo del tiempo, a esa costumbre
juvenil de quebrarme en poesía.
Si ahora tomo otra vez papel y pluma
es porque he vuelto a releer un nombre
al margen de un poema de Machado
y porque, por azar, entre la espuma,
parece que hoy las olas traen al hombre
que había en mis recuerdos naufragado.
© Esther Garboni, "Fiesta del soneto", Ateneo de Sevilla, 2006.
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